My sins


"Loleeta, my life's light,
fire of my manlines.
My sin, my soul."
Wladimir Nabokov.



Pecar. Cada uno tenemos nuestro propio sistema secreto de pecados e indulgencias. Los hay que son muy exigentes consigo mismos, y la redención sale más cara que el propio pecar en sí; en más de una ocasión el placer reside en pagar por lo que uno se permitió. Otras veces el placer reside en saber que hay amortización tras el festín y que muchas veces no es agradable.

Sin embargo están los proyectos de indisciplina. Pretensiones nada correctas pero éticamente bien construidas. No hay laguna alguna, todo está bien ensamblado. Y es que, como dicen por ahí: Quien hace la ley, hace la trampa...
Mirar y obtener lo que uno quiere. Ser un caprichoso consentido y que eso no pese en el alma. Como un niño pequeño en una confitería.
Como un boomerang que va y viene, las sonrisas de lado esconden frías y complejas tramas.

Luego está el azar, y las odiosas comparaciones. Mejorar, evolucionar, todo por un mismo motivo: mantenerse dentro del circuito y ganar la carrera.
Y uno no es avaricioso ni siquiera ambicioso para traer la triste y nada querida ruina. No es la ruina el querer ni el deseo. No es pecado la satisfacción.
Se desea la felicidad del otro, y muchas veces quien pide lo hace sin querer, y el otro entrega sin pensárselo dos veces.
En esto entra el pistoletazo de salida. No es devolver favores; es entregar felicidad.
Es ese sistema de capricho pecaminoso. Es esa impureza que se esconde dentro de la mina de carbón. Esa impureza que si la limpias se vuelve diamante.

Porque el dolor de perder a tu pequeña Lolita se vuelve como un pequeño agujero negro que va abriéndose paso poco a poco dentro de tu pecho. Al principio, tan pequeño e insignificante, tan secreto, que congela las palabras y los pensamientos. Todo se paraliza. El reloj rompe las leyes espacio-tiempo y se vuelve un objeto corriente y moliente. Lo más especial del tiempo pierde sentido. No existe capacidad de hablar, ni razonar. Proceso evolutivo retráctil.
Y el agujero va creciendo. Y el reloj estrecha lazos con el hielo, tan fuertes, que consigue romperlo. Y el tiempo, liberado, empieza a correr, a trompicones, como queriendo recuperarse a sí mismo. Y es cuando todo son imágenes, recuerdos, y sensación de pérdida, y pánico.
Te caes por un abismo sin fondo, y no hay saliente donde agarrarse. Estás abocado a la soledad y a la auto-flagelación.
El agujero empieza a absorber. El reloj, se relaja, y comienza la sequía. Los árboles, desnudos, clavan sus raíces en el suelo seco y agrietado, donde tus rodillas se llenan de polvo, y la alargada sombra de un sol que no alumbra, no calienta, ni sus rayos proyectan descanso.
Viento aullador.
Arena que arrastra el viento.
Y tú arrodillado.




Lolita, causa y perdición. Tu serenidad y tu tempestad. Pero sin embargo, dispuesta a luchar por tus razones más pecaminosas.


Infinity in lip's memory


"Can't you see I want you
by the way I push you away"




Las miradas más intensas, discretas y despiertas consiguen resucitar la memoria de los labios. La infinidad del recuerdo de los besos. Perfilar el contorno de un suave melocotón con ése cosquilleo de unos labios sedientos de la paz del recuerdo.

Puedes guardarte el último beso, como una perla de un collar misterioso, cuyas cuentas se escapan, una a una, como los segundos de un reloj impaciente, por el calor y el rubor de unas mejillas ácidas como las manzanas verdes.
No puedes detenerlos, ellos mismos sabrán cuándo importunar tu tranquilidad, llamando de forma inusual a la ansiedad y la sed.

Añorar, no es más que recordar y traspasar la delgada línea del espacio y del tiempo, reviviendo, y cuando vuelves a la realidad ya nada es lo mismo. Sólo se repite de vez en cuando, y la añoranza no es más que el nombre que se le pone a la lujuria del recuerdo y a la tristeza de no poder repetirlo.
Aunque nadie niega ninguna posibilidad.
Podrás llamar al viejo comodín en busca de ánimo y propia medicación, pero ninguno como el resorte que te lleva directo a la nostalgia. Flashes de luces, una alafombra roja, un vestido de brillantes, un lunar junto al labio, una sonrisa blanca, y una mano rodeando la cintura del buen deseo, caminando, riendo en bajito, y un suspiro.
Se terminó.

Recuerdas el beso, recuerdas el calor, recuerdas la humedad, y recuerdas la soledad de la propia palabra que se quedó a mitad de camino y ahora no tiene a nadie que le interrumpa.


El borrador de unos viejos recuerdos no es más que el propósito de los nuevos besos.

Wine, blood and salt.


"And watch my purple sky
flying over me"




Mentiras. No sabes si son todo mentiras. Te cuesta creerlo, pero si es así, Te cuesta decidirte si te gusta o no creerte sus mentiras.
¿Cómo se es capaz de mezclar palabras y conceptos, sin antes limpiarlos?
No puedes bañarla con pétalos de rosa, para luego sacarla por la ventana, llevarla a la barandilla del puente, y empujarla, mientras dejas que se aferre al borde.
Con los pies colgando, y el viento azotando las plantas descalzas, las lágrimas rodando por su cara, y las preguntas flotando en el ambiente.
Creerle. No creerle. ¿Estás en tus cabales?
No reconoces sus ojos, no comprendes su mirada.
No puedes entender qué es lo que te está diciendo.
Dentro de su cabeza, no hay nada, es un mar enbravecido, el barco se está hundiendo y los tripulantes mientras se hunden escriben sonetos enrevesados y se los mandan a la boca en aviones de papel.
Verdad. Habla y habla. Aviones de papel que sobrevuelan la estancia. Famosas últimas palabras.
Cerrar las frases con un broche de vino, sangre y sal.

Y lloras. Porque no entiendes qué está pasando. El porqué de ese mar enbravecido. El porqué dejarles morir. No hay control, el timón está roto.
Tranquilidad antes de la tormenta. La voz no acompaña a los truenos, su hilo musical no sobrepasa el volumen.
Olas acariciándote.
El pelo de Venus naciendo de una concha.
Sus dedos rastrillando la espuma del mar.

Se parte el palo de mesana. Astillas sobrevuelan el cielo. Y los pájaros tocan el arpa.
Marineros que se ahogan, gritan, escriben sonetos.
Pero antes...la calma.

¿Has entendido las últimas palabras? Te preguntas si será posible. ¿Una amenaza pacífica con tintes futuristas?
Pero antes...el amor.

Y sale el sol...y el silencio. En su cabeza el sol ilumina un cielo sin nubes, de color azul grisáceo, como los ojos tristes, que alumbran el último mástil de un barco que se muere, herido.

Pero una pequeña barca se dirige a la orilla. Lleva un corazón un poco deshinchado, preocupado, pero de un color vivo, con ganas de sobrevivir. Se tiran sobre la orilla. Respiran bocanadas amplias de aire.

Te toca decidir cómo revivir todo lo muerto.
Reconstruye el barco.


Asegúrate de que no haya más pájaros, soles escondidos, vino, sangre y sal.



To you, who deserve it, I'd love you the first



"Será el tacón...
Mejor no hablar"



El sentido del tacto es el más reconocido. Sientes la suavidad, las asperezas, el relieve; sientes dolor, cuando te cortas con una hoja de papel, cuando te pinchas con una aguja al coser. Pero también sientes con el pecho, y con la cabeza. Ambas no sienten de la misma forma. Normalmente, cuando sientes con el pecho, es una sinrazón; está ahi, lo sientes, pero no tiene motivos para serlo, sentir con el corazón es un sentir "para el después". Sólo después, sólo cuando pase, ésa sinrazón cobrará veracidad, se volverá verdadera, y entonces un soplo de viento te susurrará al oído: Te lo dije.
Al igual que tu cabeza te lo dice cuando siente. Hay motivos, de sobra, pero son invisibles. Existen, pero no los percibes. Como ves, corazón y cabeza se intercambian muchos sentimientos, cuando uno se cansa de que no lo crean, se inventa los motivos, y se los regala al otro. No recibe méritos el corazón por regalarle sus corazonadas a la cabeza. Sin embargo lo hace en un acto desesperado, muchas veces te cansas de sus sentires y decides no hacer caso. Y es entonces cuando actúa.

No puedes bajar la guardia nunca. Debes vivir con fuerza, respirando los cristales de hielo que te lanzan por el camino. No vale suspirar y tirar adelante. El corazón y la cabeza, cambiando cartas te piden que las pongas sobre la mesa.
Las promesas están para cumplirlas, pero eso no quiere decir que una vez cumplidas deban de ser olvidadas. Pueden ser renovadas, recicladas. Las batallas se construyen con promesas, se ganan con estrategias y se vencen con rabia.

No puedes cansarte de un corazón que vendería hasta el último pedazo de sus ventrículos por cada uno de tus pasos. No puedes dejar equivocarse a alguien que sin miedo se apareció desde Brasil.
Tampoco puedes dejarte caer, pensando que has dado hasta la última de tus ilusiones y esperanzas, porque nunca se acaban, y hasta que el soldado no muere, no se acaba la batalla.



Y, por muy herido que se esté, las muletas son para andar, y el corazón y la cabeza para obedecerlos.

Scape


"Am I really out of change
Put my freedom in a cage"



Otra lección recibida. Después de empaparte el corazón con la amargura de la realidad, te detienes a pensar. Toda una vida con el sentido regalado. Sin embargo, no paras de caerte, de herirte, de llorar sin desconsuelo; rabietas de media hora en las que si te encuentras con el vacío alrededor ni uno de tus mayores alaridos puede llenar. Te retuerces de dolor, y te preguntas: "porqué".

Y porqué. Qué sentido tiene preguntar, si permaneces en el mismo estado. Con qué felicidad cuentas, pues. Tienes su aliento, sientes su respiración, acaricias su cadera mientras duermes, y tu corazón estalla cuando escuchas su voz. Pero sigues humedeciéndote las mejillas en cuanto cuentas con un poco de enajenación.
Te sientes enjaulado, sientes ira, se te envenena la sangre, cada vez que te toca cumplir con tus obligaciones. Pero sigues pensando que todo saldrá bien.
Un día, te das cuenta. No has hecho nada a derechas, no has cumplido con las promesas que te hiciste a tí mismo, y además sigues con el corazón encerrado en un estado de insatisfacción.

Decides cambiar. Las sonrisas salen si sabes cómo hacerles cosquillas. El sol brillará más si sales debajo de la copa de ése árbol que ha arraigado en tu cabeza. Serás feliz si aprecias la música que te acompaña en cada momento, podrás saborear el aire, y podrás respirar sin ver que se te tambalea el pecho.


Decides mirar más allá de los mastodontes de cemento, las jaulas de cristal, y volar, aunque tus alas sigan rotas, y todavía no las sepas arreglar....

Doubts


"Something's getting in the way
Something's just about to break
I will try to find my place in the diary of Jane"


Rechazo. Miedo al rechazo. Toda una vida perdida en un túnel que lleva camino al tenebroso País de Las Maravillas.
Pequeño sombrerero loco que se alquila una vivienda en tu cabeza, y todo lo hace a su antojo; se dedica a criticar tus decisiones, a infundirte temores, a creerte culpabre de todo; su dedo, afilado, largo, huesudo y extraño te señala, te acusa.
Piensas que tiene razón. ¿porqué iba a pretender destruírte? Sin embargo no es fácil vivir con dos personalidades distintas en la cabeza. A pesar de todo, te sientes sólo, ¿¡Cómo es posible?! Y es que, una vez más, te demuestras a tí mismo que la compañía humana es ficticia. Tu corazón está vacío, y nadie pretende hacerte compañía, la persona infeliz, el alma más fría e hinóspita del mundo.

Quejarse es inútil, para qué, si tienes todo lo que cualquiera podría desear. Nada comparado con sentirse perdido, tener un inmenso géiser en la cabeza que destruye cualquier pequeña seguridad que se encuentra a su paso. Dispara, la disemina por todas partes. No queda nada.
Una habitación empolvada, una mecedora a merced del viejo e impío tiempo.
Guadañas, espejos rotos, deseos de cambio, y sin embargo movimientos ambarinos de un mosquito congelado en el universo. Lloras. Sueñas. Te secas lentamente, te vas salinizando, como aquellos que miraron atrás en su éxodo de Sodoma y Gomorra. Te detienes. Y no eres capaz de seguir avanzando a trompicones en ésa burda carretera. Todo es demasiado oscuro, todo es demasiado frágil.

Te crees que todo se solucionará fácilmente. No tienes ni idea. No esperas nada del imprevisible y caprichoso futuro. Te está esperando, pero tú no quieres avanzar. Y arrastras a otros contigo. Detienes trenes, abres cráteres, implosionas planetas, destruyes ciudades, mundo, creas estrellas, iluminas el cielo, estallas canciones, fragmentas sueños, ilusiones, matas vida, absorbes vida, eliminas esperanzas.
Pero sigues atándola contigo. Sigues atando sus huesos a su tumba, sigues encadenando sus músculos a su lápida, sigues enterrándola en la oscuridad, sigues cortándole el aire a la hora de respirar y una y otra vez la matas, la quemas, la arrancas la piel a jirones, revientas sus pulmones, y muerdes su boca enredándote en su muerta lengua una y otra vez.
Déjala ir.
Déjala ir.
Déjala ir.

Déjala morir.
Déjala morir.
O, por primera vez, despierta de tu sueño, y comienza a vivir para ella, tal como ella vive para tí.



Intenta encontrar desesperadamente la llave que abre, y te encuentra sitio, en el diario de Jane....

Spider.


"Say Goodnight, don't be afraid...
sweet raptured light
it ends it tonight,,,"

La seguridad de los sueños se encuentra con el inconveniente de que tiene un precio impagable. Las dudas, todas aquellas sombras que no nos dejaban dormir, se volvieron blandas, y de cristal ante el puño certero de las pequeñas lunas blancas que se transportan alegremente, por una laringe, empujadas por un pequeño riachuelo de agua.
Congelas el corazón, aún a sabiendas de que otra sacudida se acerca. Tu estómago pide clemencia, y tus ojos piden auxilio ante un ahogo inminente. De nuevo, tu corazón se está muriendo, y el tiempo no volverá a perdonarte.
¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo en lo más fondo de la negra tristeza?
No habrá líquido capaz de diluirla.
Aguantas el tipo. Respiras hondo, y miras al cielo. "Aguantaré". Tu estómago vuelve a darte señales de vacío. Sólo hay una escapatoria.
Te preparas. No debes dejar que te invada la pena, y comienza a salir la luna. La vía láctea es cristalina y transparente y se desliza desde el interior de un vaso. Poco a poco, la luna es luna nueva.
Y durante unas horas, ganas la partida, y estás seguro, dentro de tu cabeza, donde nada, ni nadie, puede dañarte, y la pesadez de tus brazos se traduce en la comodidad de una nube.

La araña. Se te envenena la sangre cuando piensas en ella. La maldita araña. Desearías con todo tu ser pisarla, maltratarla, darle una lección. Quieres tener un bidón de gasolina y quemarla, oírla suplicar, gritar, mientras la combustión la va arrastrando a la eternidad lentamente. Pero la araña sigue ahi, y te supera. Te sientes inferior, miserable. Teje y teje su tela, y está dispuesta a comerse a su presa.
Y te desesperas. Intentas averiguar más sobre la araña, cómo destruírla, o si incluso lo único que pretende es inquietarte con su negra sombra que se clava en las esquinas de cada uno de tus sueños.
Haces estupideces. Y sigues dudándo. Quieres matar a la araña, pero la tela no se rompe, y no te decides a actuar.

Tu autoestima queda profundamente minado, y de repente, ya no queda nada capaz de amar a tu imagen. Los espejos se marchitan. Te ves en blanco y negro, deseándo borrarte de la faz del planeta.

Todo ello por su culpa. Por culpa de la araña.


Y una noche más, un somnífero bajará por mi garganta, cual minero sediento de oro, plata y diamantes, en busca de la guarida de aquél horroroso ser que se cuelga poco a poco desde el techo, con destino mi corazón....