Expired


Hay momentos en los que el ser humano desestima el concepto de "caducado".
Cada vez que se deja de experimentar una sensación, ha caducado un sentimiento. Cada vez que algo no parece lo suficientemente nuevo, ha caducado una idea.
Y caducar no expresa en su totalidad la idea de perecer, sin embargo el valor subjetivo está contenido en la idea de "caducado" de "desfasado".
Es cierto que el amor no puede morir. Tampoco quiere decir que sea etenerno, puesto que nada lo es, pero el amor no puede morir.
Puede ser olvidado, abandonado, puede "expirar" y marcharse a otra parte.
No es inmortal, pero no puede desaparecer del todo. No se puede transformar como la energía, pero puede emigrar a otras partes.

Desde luego, conocer nunca conocemos a nadie del todo. Los sofistas en su época lo afirmaban, más concretamente los relativistas. Conocemos la idea que nos formamos de una persona, de un ente, de un objeto.
Pero cualquier mago se puede sacar un conejo del sombrero, cualquier jugador profesional puede ser un tramposo, puede completarte la escalera de color delante de tus narices. Lleva un as en la manga.

La idea de sentido y dirección nunca viene determinado por su movimiento, nunca se puede saber si se va a ir hacia delante o hacia detrás, un día te encuentras en un ferrocarril y al siguiente arrastrando tu enorme maleta por una cuneta, haciendo autostop en un vano intento de recuperar la velocidad.
Y pueden recogerte, pero sin que te des cuenta, dar la vuelta y llevarte casillas atrás en el tablero.
Te bajas del vehículo y ahí estás de nuevo. Te das cuenta de que tus sentimientos han caducado, que el amor se ha ido y que tus ideas no valen nada.
Te das cuenta de que tu dinero no puede intercambiar valores y que tu maleta sólo va llena de recuerdos que en cuanto sopla un poco la brisa, emprenden el vuelo y los pierdes de vista por el cielo.




Y es entonces cuando no te percatas de que otro jugador tira el dado, saca el número letal, y su ficha cae sobre tí.
Ahí es cuando has pasado de depredador, a presa.

the moon reflected...


El momento más memorable es cuando te das cuenta de que tu vida es un completo fracaso.
Cuando ves que tus objetivos hasta ahora no habían servido para nada, sobre todo cuando aquello de lo que tanto tiempo te habías protegido te hiere de lleno y te posee por completo. Cuando aquello que tanto habías temido te seduce y inspira toda tu vitalidad hasta dejarte vacío, insulso, como una marioneta. Te han cortado los hilos, yaces sobre la estantería sin tener recursos para moverte.
¿Dónde estaba tu mente entonces? ¿Y tu conciencia?

Sólo existen dos clases de seres humanos. Los poetas y los ensayistas.
Los poetas, eternos bebedores del vino que destila la luna, sedientos amantes del satélite nocturno, se diferencian de los ensayistas en que éstos, beben y mientras beben, escriben. Sin embargo, los ensayistas, viejos apostados al final de la barra con su inseparable vaso de whiskey, piensan, reflexionan. Cuando ven lo que hay detrás de las grandes preguntas mundanas, no están satisfechos, y beben. Beben hasta estar borrachos, beben hasta el límite.
Y para sacar el alcohol del cuerpo, es entonces ahora cuando se ponen a escribir, y vomitan las palabras.
El poeta conoce las pinceladas más maravillosas y pinta diluyendo la pintura con una lágrima. El ensayista emborrona servilletas de un bar, con manchones de tinta de una estilográfica estropeada.
Sin embargo, ambos beben. Beben porque cuando el vino les ha cegado los ojos, las estrellas titilan; beben porque cuando nadie sonrie la mona lisa lo hace; beben porque cuando todo es amargura, nacen conspiraciones de cualquier letra. Escriben, porque saben que nadie les va a leer, y esconden poco a poco trozos de su ser, en esas parrafadas, en esas estrofas, en esos versos, en ésos ensayos. Cuanto más escriban, tendrán mas pedazos suyos repartidos por el mundo, y así podrán conocer la llamada pluralidad.

Porque el arte es egoísmo, crear algo para ti y que nadie más puede entender. Podrás pintar cuadros, podrás escribir poesía, podrás tocar canciones, pero nadie sabrá nunca qué tenías en la cabeza a la hora de crear.
Y por mucho que lo expliques.
Nadie va a poder verlo nunca.

Lost all


Todo se ha perdido. Y es que, te han hecho tanto daño, que no sabes si soltar el metal incandescente que aferras con fuerza en tu mano, o seguir así, quemándote, sintiendo el ardor del fuego en tu carne viva, abrasándote la mano, consumiéndose lentamente dentro de tí, cocinando tus heridas...
Sabes que si lo sueltas el alivio no será instantáneo, que tendrás que sentir durante un tiempo ésa insufrible herida, que te dolerá cada vez que tomes algo con tu mano mutilada, con ésa mano que hacía un momento agarraba aquello que tanto te dolía pero que sin embargo no querías soltar. Sabes que si lo sueltas te quedará una horrible cicatriz, que si lo sueltas jamás podrás coger ninguna otra cosa igual, siempre sentirás el roce de la cicatriz, te acordarás de todo esto, y te dolerá más que cualquier mutilación, amputación, más que cualquier dolor inmundo, más que cualquier salvajada física. Más que la misma agonía. Aunque sea eterna.

Y tienes miedo. ¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? Te encuentras solo, es cierto. Pensabas que las cosas serían distintas, y mírate, encadenado, luchando contra la fuerza de la gravedad, aferrándote a todo lo que te queda.
Porque, no te queda nada. Nada que desde luego tú no consideres. ¿Qué vendrá después? El futuro no es más que una túnica que luce el miedo, un modelo más en la pasarela de las angustias, de las torturas. Nadie te ha invitado y estás ahi, contemplando cómo un par de modelos, ambos súper similares cruzan una y otra vez la misma pasarela, con ésa sonrisa arcaica, con ésos ojos enigmáticos, llamándote una y otra vez.
Los conoces, son el dolor y la pasión, caballos irascibles del carro alado de Platón. Luchándo contra lo bueno, contra lo virtuoso, y en un descuido, el carro emprende una desenfrenada caída hacia lo desconocido, hacia el abismo.

Has visto al amor morir en incontables ocasiones, cuando éste merecía estar vivo. Te has visto llorar en incontables ocasiones, cuanto tú merecías estar vivo. Has visto tantas cosas, y ahora te encuentras hiriéndote a ti mismo con el mismo arma de doble filo, el cual días antes sabías que era peligroso. ¿Qué ha pasado pues? Has desestimado al afilador. Te has pensado que de esos dos filos, uno se desgasta.
El cuchillo siempre dará muerte cuando tenga que darla, aunque sólo quede el mango.




Y es que, te cuesta hasta respirar. No sabes por dónde empezar. Sabes que un movimiento en falso y se te cae abajo el castillo de naipes.

how trust?


Desde que somos pequeños nos enseñan a autoreconocernos, y a tener conciencia de nosotros mismos. Nos enseñan a saber que nosotros provocamos reacciones en el medio, que ocupamos un lugar en el mundo que nos rodea, y que aunque no nos veamos desde fuera, alguien sí puede hacerlo.

A medida que vamos creciendo, vamos aprendiendo a elegir cómo modificar el entorno. Cómo modificar nuestra propia historia. Si tiro del mantel, el vaso se cae de la mesa; sin embargo, si no tiro, no haré que se caiga el vaso.
Si no grito en toda la tarde, mamá me dará dulces; si me pongo a jugar, a saltar y a gritar, lo más seguro es que acabe pegándome.

Luego, le conocemos a él. Conocemos al espejo.
Una superficie lisa, que alberga un individuo, que, ¡Qué casualidad! Se mueve a la par que nosotros. Cuando acercamos un dedo para tocar la superficie, con una sincronización perfecta, sigue nuestro movimiento. Pero no tocamos a ése individuo.
Y llega alguien, y nos dice que el de ahí dentro, somos nosotros. La reflexión de la luz, que incide sobre la superficie y refleja toda la luz de vuelta de forma que nosotros vemos nuestra imagen...etc.
Vaya. Así que eso soy yo.
¿Y si no me gusta lo que veo? ¿Porqué narices tengo que conformarme con ésa explicación?
Queramos que no, aprendemos a fiarnos del espejo.
Nos guste o no, nunca nos ha mentido. Siempre que te asomas a uno, al otro lado siempre hay algo.
El espejo puede ser amable, y puede ser cruel a veces. Puede reirse en silencio y puede estallar en un llanto agónico y escandaloso. Puede quebrar tu autoestima y hacerte sangrar hasta morir.
Puede hacerte feliz, puede sumirte en una de tus peores pesadillas, y puede incluso gritar hasta convertirse en un hilo musical en tu cabeza.
Puede poseerte, puede llevarte lejos de la cordura, puede hacerte desconfiar de tus propios ojos, puede hundirte en la más remota filosofía, y puede remontarte hasta que te preguntes el origen de las cosas, tu propia identidad.
Y un dia, no te reconoces frente a él.
No sabes quien hay ahí. ¿Quién me ha suplantado? ¿Qué hace en lugar de mi reflejo?
Pero, tienes que ser tú. No hay nadie más.

Te has vuelto a perder en el camino...



memories






Memorias, buenas o malas, siempre te acompañan. A veces piensas que no duelen, que no son más que memorias. Pero otras el destino juega contigo a las cartas, y te los trae de vuelta. Empiezan siempre con la frase: "¿Te acuerdas de...?" y terminan con la cabeza baja, la mirada perdida, la sensación de que no se repetirán, de que todo ha cambiado.

¿Qué fue de aquello que tenías, aquello que te daba miedo perder, aquello que pensabas que era lo único que te mantenía en vilo? Un día faltas, otro cambias de trayectoria, y al final la que ha cambiado eres tú. La que ya no es la misma en apariencia, aún notándose que te queda algo de tu esencia. Tus recuerdos te miran extraño, como mira el niño pequeño a todo individuo cuya cara no le suena; te miran arrugando la nariz, sonriendo, pero dejando ver que apenas te reconocen, que, efectivamente, no queda nada.

Antes eras tú, la que se quejaba. Decías que tenían miedo a los cambios, que se negaban a avanzar. "Qué más da, está todo perdido". Tus recuerdos se estaban dispersando, se estaban alejando de ti, de tal forma, que quizás se hubieran perdido definitivamente en tu memoria.
La misma memoria que se quedaba grabada como una declaración de amor en la corteza de un árbol.
Esa memoria que ahora, te estaba susurrando al oído historias. Quién eras tú entonces.
Y quién eres ahora.

No había nada de malo en ser quién eras. La identidad no es más que otra forma de reinventarse a uno mismo, la identidad es algo que si se quiere, se puede moldear, como la arcilla.
Eras quien eras. Aunque a veces no te sintieras nadie. Sabías donde andaba tu rumbo, por dónde estaba el norte que marcaba tu brújula. Sabías que todo tenía un porqué.

A pesar de que antes, no te sintieras nadie, otras te creías alguien. Huías a alguna parte, te enclausurabas, con la esperanza de desahogarte. Y alguien aporreaba la puerta; tu recuerdo estaba ahí, con los demás, instándote a salir, a que te enfrentaras a ellos. Gritabas, te quejabas, no te controlabas. Si alguien pudiera tallar las lágrimas, convertirlas en diamantes, podrías haberles hecho un hermoso collar.
Y es que nadie te entendía, porqué llorabas. Nadie sabía qué querias. Solo sabían que te habías descontrolado una vez más.

Ahora, te sientes alguien. Tus recuerdos se han desligado de ti. Ya no están, vagan aparte, y de vez en cuando te dedican un gesto, mitad aceptación, mitad contrariedad: Cuánto has cambiado.
Cuánto he cambiado.

Sin embargo, antes no me sentia nadie, pero tampoco era alguien.
Ahora, tampoco.



the last freedom


Dime cuándo fue la última vez que te levantaste y decidiste que no llorarías nunca más. Cuándo decidiste que mirarías el mundo con otros ojos.

El mundo nos ha vendido una idea de felicidad. Se han tomado la libertad de decirnos qué necesitamos, y de decidir por nosotros qué debe llenarnos. Que quien más tiene, más feliz es. Que a quien le falta algo debe sentirse vacío, y que quien lo tiene todo ya puede descansar en paz.
Nos han vendido todo y nosotros solo hemos sabido comprar. Aplacar con todos los paquetes que tenían la palabra "felicidad" impresa, sin saber que nos podian engañar.

¿Cómo iba a estar el mundo entero equivocado? ¿Cómo iban a mentirnos?

Pues lo han hecho. Cada vez que comprabas ésa idea de satisfacción que te estaban vendiendo, cada vez que actuabas como ellos te aseguraban que te haría feliz, cada vez que seguías el camino que te habían marcado, te estaban mintiendo, te estaban engañando.
A nadie le importaba que después volvieras al rebaño como habías salido. Nadie parecía percartarse de que tú lo único que querías era sentir algo que no sabías como se sentía, pero que sin embargo, sabías que estaba allí, que tarde o pronto llegaría, sólo era cuestión de seguir buscándolo, y no rendirse.

Un día, encuentras como atraparla. Sabes como romper los grilletes, y como salir, con tu libertad, y abrazar esa ansiada felicidad. Lo sabes. Sabes dónde, cómo y cuándo, conoces la salida. Pero no la atraviesas. Te vuelven a vender las mismas ideas. Durante una temporada las compras, dudando, pero las compras. Y un día escapas.
Has encontrado la fuerza suficiente para salir.
Eres libre.

Ahora, adelante.

maybe


Y una vez mas, otros dos dias alejada de ti.
No se si aun no estoy viendo la realidad.
O es que el mundo es asi.
Perdon por todas esas risas
que no van a mal
significas tanto...
que aun no lo se expresar.
Siento tu olor en mi ropa
y solo me sale suspirar
imagenes tuyas y mias
con tu olor se fabricar
acabas de crear una esencia inolvidable
un tacto inmejorable
una presencia insaciable.

Y necesitarte me sabe a poco.




Este SI que va para ti
por si te cabia alguna duda
(L)

Arrived


El invento humano. La excusa perfecta para hacernos creer a todos que algo estaba ahí incluso habíendo sido producto de nuestra imaginación.
¿Quién nos dice que los números sean así desde siempre? ¿Que el tres no se llama tres solo porque a los que los nombraron, no se les ocurrió otro nombre? ¿Que las matemáticas funcionen con la arquitectura por mera coincidencia?
¿Y si todo es casualidad?

Vivimos atrapados por un reloj que nosotros hemos inventado. Los segundos no existen, solo son una manera de atarnos, de controlarnos, de hacer que dos personas se encuentren en una misma secuencia. Hemos creado el mundo, lo hemos configurado, le hemos dado a todo nombre. Y aún así, nos quejamos, como si todo esto hubiera sido hecho a nuestra desgracia.

Cuando el ser humano tiene algo dominado, le da nombre. ¿Cómo si no, todo aquello que desconocemos (qué nos da miedo, en conclusión), despierta ésa conocida pregunta: qué es eso?
Por eso mismo, todo aquello que conocemos, pero que sin embargo no tenemos dominado, tiene más de un nombre. Más de un sentimiento tiene sinónimos. Más de una enfermedad tiene sobrenombres. Más de una causa perdida tiene varios nombres.
¿Cómo se puede llamar al final de todo?
¿Apocalipsis?
¿Final?
¿Medianoche?
¿Abismo?
¿...?
¿META?

¿Habré llegado a ella?

Nadie ha nacido caminando solo, todos hemos echado a andar cogidos de una mano.
Al escaparnos, no conocemos nada.
¿Habré sabido encontrar la senda correcta?